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miércoles, 3 de julio de 2013

El Centro, el cómodo y común centro



Erwin Bárcenas Oliveros
Un Clavo al Ataúd


Mi padre, el Inge, don Salvador, un hombre sumamente inteligente, pero sobre todo
maestro de la síntesis ejercida bajo la regla de la tesis y la antítesis, se dio el tiempo de, en
alguna plática con su primogénito, explicar las funciones del poder político y económico
de la derecha y la radicalidad y fuerza pública-social de la izquierda; sus papeles para
mantener el sistema coordinado y en armonía.

Cito de la mejor manera (no textual) sus palabras esa tarde:
“La derecha, con todos sus recursos financieros, políticos, influencias y tradiciones, 
busca llevar el asta hasta el extremo, jalarla hasta estar totalmente de su lado; por tanto, la 
izquierda necesita ser un ala radicalista, basada más en la unidad de todos los individuos, 
los más, la clase obrera, pobre, llevando sus conductas hacia la movilización urbana y 
expresada en lucha, no para llegar hacia el otro lado, al extremo de la izquierda, si no para 
volver a colocar el mundo en el centro, donde todo está equilibrado y converge la armonía 
de la sociedad plural, el mundo como lo conocemos y mejor les sirve.”

Dicho con muchísimas palabras menos, pero extendido aquí para escudriñar un poco la
razón del porqué la derecha y la izquierda, los brazos y piernas del sistema, nunca atentarán
contra el cuerpo, contra la subsistencia del ente que los mantiene vivos.

Y es aquí donde yo caigo entonces en ese clásico lugar común al decir: Cuanta razón TIENE mi padre.

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